miércoles, 3 de diciembre de 2008

Cuento

TRIPTICO

RÉQUIEM

El cuerpo estaba tirado, sólo , en la esquina de Cangallo y Libertad.
En el anochecer frío y ventoso de mayo el viento movía los pocos pelos que asomaban debajo del diario que intentaba cubrirlo.
El punto rojo , absurdo como el final , aparecía como dibujado , limpio en el medio de la frente.
A pocos pasos, el colimba; nervioso en su uniforme verde apretaba el FAL tratando de no ver. El UNIMOG humeaba mientras el oficial hablaba por radio.
“ Estaba calzado?” preguntaba , crujiente de estática la voz cuartelera.
“ Positivo, tenía un trombón y una energa “.
El resto de la patrulla charlaba, nerviosa, en la caja del camión.
Un 504 , a contramano por Libertad, cortaba el tránsito , mientras unos tipos de aspecto patibulario a pesar de sus patillas y barba candado caminaban por Cangallo , mirando todo.
A su paso , los transeúntes aprovechaban la excusa del frío para hundir la mirada en lo profundo de las bufandas. La experiencia es el mejor de los maestros, todos saben quienes son y suponen que es lo que hacen.
La calle, helada y dura , destilaba tristeza.
Mario , viendo el cuerpo vencido se pregunta si valió la pena , si morir así servía realmente algo para la causa de los desposeídos.
Envidió la pasión que llevó a ese hombre a morir por lo que creía. Se sintió tempranamente viejo y cansado.
Cómo se puede estar cansado a los dieciséis años? Sólo si se ha visto demasiado el lado oscuro de la vida.
Dark side of the moon.
Pink Floyd y el tiempo y saber con absurda e inexplicable certeza que los muertos van a ser muchos y que el camino no es oponer pistolas y voluntad a la fuerza represiva del estado.
Siguió caminando hasta Tribunales, aliviado de pasar inadvertido.
Tenía que llamar urgente a S.




LACRYMOSA

Llegó a casa temprano.
Sacó la malla Arena de competición y la enjuagó meticulosamente, para sacar todo resto de cloro de la pileta. Hay que cuidarla, es cara y no es fácil de reponer, el sueldito de cadete es magro y apenas alcanza para los gastos y aportar algo a la casa.
Caminando hasta su habitación, le extrañó ver luz por la rendija de la puerta del cuarto de sus padres y que nadie saliera a preguntar como había sido el día.
El perro, para variar , no paraba de hacer saludos, saltando, gruñendo y gimoteando para robar una caricia cansada.
-Vamos- le dijo y tirando el bolso sobre la cama dio media vuelta y se dirigió a la cocina a buscar la correa.
Ya en el ascensor, se dió cuenta que el ruido no había generado el comentario habitual, seco y cortante.
De paseo, sintió la alegría del perro, que, sin cesar iba de un árbol a otro, marcando todo lo que encontraba en el camino.
Se dio cuenta.
Justamente eso era lo que no tenía, lo que faltaba en su vida.
Alegría. Risas en la casa.
Menos rituales a sostener y más emoción auténtica.
Cuando volvió, casi una hora después, la puerta de la habitación de sus padres seguía cerrada y la luz todavía prendida.
Golpeó, suavemente primero y luego, como nadie contestaba, más fuerte.
Inseguro, abrió la puerta y vió a su madre, los ojos en blanco, tirada en la cama.
El vaso estaba prolijo en la mesita de luz, la nota –Perdón no aguanto más- pulcra y definitiva apoyada sobre el reloj.




DIES IRAE

Secos, los tiros eran una advertencia.
Por Gaona, la camioneta avanzaba a toda velocidad.
Al llegar a Solier dobló hacia Ramos Mejía .
Los brazos armados asomaban por las ventanillas mientras el olor a frenos exigidos y el ruido del motor en el rebaje llenaban la avenida.
El Falcon Sprint – verde – se detuvo en la esquina de Jonte y Solier.
Los itacasos sonaron a cañonazos mientras la gente se tiraba al suelo.
El tiroteo fue instantáneo y brutal.
La camioneta no se detuvo, subió a la vereda y logró seguir por Solier hacia el Sur.
El Falcon, en un chirriar de gomas, la siguió.
El silencio en esa esquina de Ramos se hizo opresivo.
Todo había durado menos de tres minutos.

Así perdió S.

Crónica

LA FAROLA

La esquina de Cabildo y Ramallo está marcada desde hace décadas por una señal.
La Farola de Nuñez, integrante de una cadena de pizzerías que existe en San Justo, Mataderos, y Olivos tiene todavía una arquitectura y diseño típicos de los años sesenta y setenta.
En estas épocas de no lugares, de espacios decorados de la misma forma, con colores, mobiliario y luces idénticas, es difícil saber donde se encuentra uno realmente. Los interiores son repetitivos como la decoración de una cadena de hamburgueserías.
No es el caso de La Farola.
Sigue iluminando su espacio con la cruda luz azulada de los tubos de neón, dispuestos simétricamente como una parrilla, sin ninguna pretensión de diseño. El mobiliario es el viejo y tradicional estilo de muebles de fórmica, las mesas de cuatro invariables, dispuestas para aprovechar al máximo el espacio. El mostrador largo y de mármol , con una prolija exposición de facturas, pastelería, empanadas y toda la vajilla de vidrio necesaria para despachar rápido las gaseosas y el chopp.
Ordenado y funcional.
Su público no busca movida ni sofisticación. Parejas mayores, familias ruidosas con niños y mucha reunión de amigotes que se juntan .
Pizza y birra.
El faso quedó afuera de la escena gracias la las disposiciones actuales. Normalmente hay dos o tres grupos de tipos que hablan de fútbol y de minas. En este ambiente no se estila ya hablar de política.
Y la circulación de grandes de muzza, doble calabresas, napolitanas , fainá , fugazzetas y fugazas satura el olfato. La pizza es de molde, gruesa, con mucho queso y debe decirse que es tanta la cantidad que sale por día que eso hace que siempre sea buena. Rústica pero noble, dos porciones calman a un estibador.
Birra, toda.
Nadie toma vino salvo la pareja de gente mayor que está al fondo del lado de Ramallo. Por supuesto, es Michel Torino barato, pero con la napolitana va bien. En éste lugar no puede hablarse de maridaje.


Digno de verse el veterano pizzero, con dos dientes menos y con sus manos llenas de cicatrices de quemaduras añejas maneja el molde, la muzza y las bateas con salsa con velocidad de experto. El lavaplatos, al mismo tiempo que organiza los platos y cubiertos sobre el secadero despacha de la heladera las bebidas, mientras que del otro lado un compañero hace gala de su experiencia al tirar el chopp con la espuma justa.
En general, el lavaplatos es el personaje invisible de la actividad gastronómica.
Raúl Albornoz, jujeño de veinticinco años, hace dos que trabaja acá. Ahora está contento porque consiguió arreglar el asunto del horario y trabaja desde las dos de la tarde al cierre. Como consiguió alquilar un pequeño departamentito, arriba de un mercado abandonado sobre Av Maipú , en Olivos a escasas treinta cuadras de acá ,está en la gloria. Ya no tiene que venirse desde San Miguel y siente que tiene toda la ciudad para él. Comparte el departamento con dos mozos de La Farola de Olivos que, jujeños como él, le hacen compañía.
Su aspiración pasa por poder pasar “adentro” a la cuadra, para aprender el oficio de pizzero, aprender a manejar la media-masa, la cantidad justa de muzzarella por pieza y sobre todo , a saber manejar el tiempo del horno. Así que se apura para lavar rápido y poder empezar a cortar y servir cuando piden de a porción. Pela y corta cebolla sin dudar y ya tiene un par de tajos por exceso de entusiasmo y falta de habilidad.
Su sonrisa, todavía de dientes intactos, habla de su esperanza. No le pregunté de dónde es originario ni por que oficios y aventuras ya pasó. El en realidad sabe a dónde quiere llegar y lo demás no importa.
Sin sofisticación, La Farola de Nuñez pertenece a ese grupo de pizzerías que existen fuera del circuito Palermo-barrio o Puerto-quien sea y le dan de comer pero fundamentalmente le brindan un espacio de salida y distracción a multitudes desconocidas que viven y trabajan en los barrios más alejados del circuito sofisticado de Buenos Aires. Esas que se encuentran al final de Juan B Alberdi. o por la avenida Sáenz, justo en Pompeya. Las que resistieron la transformación y siguen siendo imagen y señal del barrio. Como un símbolo de identidad se oponen a los no-lugares de Marc Augé y la hiper sofisticación que proponen algunas nuevas formas de consumo.
Las luces se encienden por los barrios para el moscato, pizza y fainá .

Ensayo

ESPACIO URBANO Y EXPRESION POLITICA
La disputa por un significado


La ciudad, el espacio urbano, no ha sido nunca un lugar armónico, libre de confusión, conflictos y violencia. Desde la Revolución de Mayo de 1810 a la Comuna de París de 1871 , desde la Chicago de los Mártires de 1886 hasta París del ’68, enormes movimientos sociales, masacres como Tlatelolco, y advenimientos como los patas sucias en la fuente del ’45 se han sucedido en ese espacio que remite al ágora de la cosa pública contemporánea. La violencia que ha dividido Belfast, que ha destruido Beirut y Sarajevo, que ha sacudido Bombay y que sacudió al símbolo de las dos torres del imperio hace tomar nota que la ciudad también ha demostrado ser una forma social notablemente elástica, duradera e innovadora.
Desde 1945, con la clásica imagen de los patas sucias en la Plaza de Mayo y antes, con las manifestaciones de la década infame, el espacio público urbano siempre ha contenido al cuerpo puesto en juego por las clases subalternas, único y final recurso de oposición a las diferentes formas de hegemonización del pensamiento. Cuando encontramos la violencia que se ejerce desde el aparato represivo del Estado, también nos encontramos por un poder ejercido por la clase dominante que no es un “privilegio” sino parte del efecto de conjunto que acompaña la posición de aquellos que son dominados. (1)
Dice Herman Schiller “Enrique Ortega, un periodista burgués, escribió lo siguiente en La Prensa de Buenos Aires, el 30 de abril de 1890: "Asusta ver la actitud de ese elemento obrero de Europa entera, y en especial de Alemania, Inglaterra, Italia y Francia, lleno de aspiraciones y esperanzas (...). El anuncio de una huelga general en el Viejo Continente, organizada para el Primero de Mayo próximo, no deja de preocupar a los hombres que manejan la cosa pública". (2) Podemos asumir entonces que ya desde fines del siglo XIX el uso del espacio público en la ciudad de Buenos Aires como lugar propio de protesta social, de oposición al orden y al poder de las clases dominantes era una práctica que empezaba a gestarse y que era reconocida como tal por los medios de comunicación del poder.
Esta práctica se ha realizado siempre en términos del dolor, esto es, de las necesidades expuestas en el cuerpo exhibido de la pobreza y el hambre hasta las lágrimas de los familiares de los muertos en accidentes de tránsito, desde las fotos de la violencia represiva publicadas en los medios gráficos al principio y la televisión más recientemente, sirviendo como documentos y advertencia al mismo tiempo, hasta la presencia silenciosa y definitiva de la ronda de las Madres. Este dolor, individual y colectivo, reproducido en los medios, opera como productor de pánico y no posibilita la información y el análisis. Así, el espacio público de la Ciudad de Buenos Aires, fundamentalmente su Plaza de Mayo y alrededores fueron el lugar último y privilegiado de expresión tanto de las masas peronistas como de los partidos de izquierda.
Más acá en el tiempo, la utilización de estadios por parte de la UCR en la primavera del ’83 y los famosos actos de cierre en el Obelisco, con centenares de miles de personas movilizadas desde todo el espectro político fue un primer anuncio de la disputa por la apropiación del significante contenido en el símbolo del acto público de masas. No está dentro del propósito de este trabajo hacer un análisis del discurso de los medios en esas épocas, pero en líneas generales, no había una toma de posición sobre los actos y se informaba con mayor o menor lejanía respecto de los mismos.
Lo que siempre caracterizó al discurso del poder fue su presencia en los medios, sus mecanismos de instalación de sentido común como discurso social y su construcción de otredad.
Los partidos de la derecha política desdeñaron todo lo que supusiera populismo o izquierdismo y evitaron la disputa por el espacio público, manteniendo sus prácticas en espacios privados.
Luego de más de un siglo de distintas historias de luchas y presencia callejera, a comienzos del siglo XXI se produce un quiebre. Y este quiebre se expresa con la salida a la calle de la protesta de la pequeña burguesía, considerando el adjetivo pequeño no como la conocida categoría de análisis marxista sino estrictamente en cuanto a su posición en la escala de los titulares de cuentas de ahorro , plazos fijos y cajas de seguridad bombardeados por la crisis del 2001.

Los medios actuales, multimedios con aparato productivo gráfico, radial y televisivo, modificaron sustancialmente su discurso respecto de estas acciones sociales.
Se muestra la voz del perjudicado, haciéndose ver que pudo ser cualquiera de un nosotros al que está dirigido ese discurso. Pero se separa al mismo tiempo el piquete cortador de transito, promovedor de atrasos, ruido y complicaciones producido por los sectores más castigados por el fin de fiesta de los noventa y no se reprueba la agresión edilicia, roturas de vidrios, rotura de persianas producidas por los llamados ahorristas. Este proceso culmina con el acto del campo del 15 de julio de 2008.
En el Monumento a los Españoles se produce un increíble oxímoron, ya que se intenta mostrar la a-parición de una nueva argentinidad, asumiendo la defensa de la más privada de las rentas como la defensa de la cosa pública y del ser nacional , en oposición a la intervención estatal , negando de raíz la razón primera de la cosa pública, la intervención para la defensa de un bien común.
Así, en esta oposición construida de significados en pugna, campo-gobierno surge una apropiación del espacio público que modifica el sentido instalado de la protesta ciudadana. La marcha, las pancartas y los cantos –consignas son utilizados como parte del lenguaje de la voz popular modificando el sentido histórico con los que se los asociaba en el pasado, reasignándoles un nuevo valor. “Una comunidad utiliza los mismos códigos de comunicación ideológica…El signo, entonces es la arena donde se desarrolla la lucha de clases; los índices de valor cambian o pueden cambiar “(3)
La disputa política remite entonces al espacio urbano primero y al lenguaje , los símbolos y los iconos después. No aparece una producción propia de significados sino una apropiación y un vaciamiento de contenido- no es lo mismo la foto de un nene piquetero semidesnudo con una lata que la foto de la dama que sale a protestar con su mucama de uniforme golpeando la olla- que los medios se ocupan de amplificar e instalar como sentido común.


Entonces, ¿como se para el campo popular a observar esta situación ?
¿Qué sienten los sectores subalternos cuando les es resignificado el lenguaje?
¿Que análisis se está produciendo en los sectores intelectuales progresistas ?
¿Cómo oponerse en forma creativa y novedosa al avance del sector hegemónico sobre las formas de protesta?
Por un lado quizá sostener las viejas formas dotándolas de mayor volumen, esto es trabajar sobre la capacidad de movilización para que el mismo grito, la misma oración puesta sobre el asfalto tenga una visibilidad mayor.
Es probable que sea útil a los medios el hecho de que cada sector, cada damnificado, acceda a la protesta en la calle a cada momento, dado que se produce una sensación de saturación, amplificada por una prensa que no es imparcial, donde se muestra desde el obrero de la fábrica vaciada hasta el habitante de la villa olvidada, junto con las madres de los fallecidos en accidentes, todos como producto de la desidia y la falta de intervención del aparato estatal , lo que evidenciaría una falta de proyecto político.
Por otro lado, investigar formas novedosas de acción urbana que propongan un escenario distinto. Un accionar urbano que quite a los medios la posibilidad de la utilización del dolor y el pánico como subproductos asociados al tratamiento de la imagen y el signo. La diferencia de medios económicos y acceso mediático entre los sectores en pugna en este espacio hace que la derrota sea inevitable si no se propone un terreno de lucha apto para las fuerzas propias. Resulta evidente que el gobierno no está en condiciones-por falta de proyecto, por intereses cruzados, por falta de cuadros técnicos, por contradicciones internas-de intervenir en esta lucha por el valor de la comunicación y disputar de igual a igual con los factores de poder hegemónicos.
Es indispensable entonces encontrar formas que puedan interpelar al gran ausente – la mayoría de la sociedad urbana- en la discusión sobre el futuro .



(1) Michel Foucault. Vigilar y Castigar. Buenos Aires .Siglo XXI.1976

(2) http://www.rebelion.org/hemeroteca/sociales/1mayo110601.htm
(3) A. Raiter, J Zullo. Sujetos de la lengua. Barcelona.Gedisa.2004





Bibliografía
David Harvey. El derecho a la ciudad. www.sinpermiso,info
Alejandro Raiter Julia Zullo. Sujetos de la lengua. Introducción a la lingúística del uso. Barcelona Gedisa-Biblioteca de Educación Filosofía y Letras. UBA.2004
Michel Foucault. Vigilar y Castigar. Buenos Aires. Siglo XXI. 1989
Alejandro Kaufman. Ciudad Dolor. Revista El Ojo Mocho Nº 21. Invierno 2008